El alfa de un fondo de inversión es la rentabilidad adicional que obtiene dicho fondo respecto de su índice de referencia. Por ejemplo, si un fondo que invierte en renta variable americana obtiene una rentabilidad anual del 15% y, durante ese mismo período, el SP500 (principal índice de bolsa estadounidense) crece un 10%, el alfa del fondo es igual a la diferencia: un 5%.
Es decir, el equipo gestor está generando con sus decisiones un 5% más de rentabilidad de lo que ofrece el mercado. De esta forma, refleja la capacidad del equipo de gestión de generar valor a sus partícipes frente a la media de su mercado.
Cuanto mayor sea el alfa del fondo, mejores resultados están generando las decisiones de su equipo gestor. Si el alfa es bajo o negativo, quiere decir que el equipo gestor no añade valor y sería más conveniente buscar otro fondo o sencillamente indexarse al índice de referencia.