Generalmente se suele aludir a la deuda como algo negativo de lo que conviene huir, pero nada más lejos de la realidad. La deuda está presente en nuestro día a día: sin ir más lejos, la inmensa mayoría de las familias han recurrido a ella para adquirir su viviendo habitual.
La deuda, por tanto, es un instrumento que puede ayudar a las familias y empresas a acceder a activos a los que de otra forma no podrían acceder. Siempre y cuando tenga un coste razonable, las cuotas a devolver representen un porcentaje bajo de los ingresos habituales y se utilice para adquirir activos que sean rentables, la deuda es útil para crecer.
No obstante, la deuda presenta algunos aspectos negativos que no deben ser desdeñados. En primer lugar, supone una obligación para el deudor, que debe estar seguro de poder cumplir con los pagos si no quiere que su patrimonio se vea afectado. En segundo lugar, a mayor endeudamiento más difícil y caro es acceder a nuevos préstamos, lo cual puede ser un hándicap si realmente se necesita financiación. Por último, las empresas muy endeudadas pueden ahuyentar a los inversores.
EN CONCLUSIÓN
Un endeudamiento razonable y para realizar inversiones sensatas puede ser una importante palanca de crecimiento para cualquier familia o empresa. La deuda no es mala; lo malo es no poder pagarla.