tiempo estimado de lectura : 1
20 Dec
20Dec

Uno de los tópicos más habituales para gestionar las finanzas personales es el de reducir pequeños gastos del día a día que, en conjunto, supondrían aparentemente un gran ahorro para cada individuo.

Así, en muchos libros y discursos de gurús se suele poner el foco en pequeños caprichos como el café diario que uno se suele tomar en la cafetería.

"Si quieres ahorrar, prepárate el café en casa"

Lo cierto es que el impacto de estas medidas es ínfimo y muchas veces contraproducente. Si para incrementar nuestro ahorro el coste es llevar una vida poco menos que miserable, con pocas interacciones sociales y renunciando a pequeños caprichos del día a día para que el ahorro final no llegue ni siquiera a los 100 euros mensuales, lo más probable es que uno acabe desesperándose y abandonando este particular método.


Para lograr ahorros sustanciales hay otros muchos gastos que no nos aportan valor en nuestro día a día y que sí pueden suponer una diferencia sustancial en nuestra cuenta bancaria: algunos ejemplos son las comisiones bancarias y en fondos de inversión, intereses de préstamos al consumo, vehículos, seguros o suscripciones que no utilizamos realmente.

Cualquier recorte inteligente en estos gastos anteriores apenas repercutirá en nuestra calidad de vida y podría suponer varios cientos o miles de euros cada año.

¿Cuántos cafés son eso?