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05 Jul
05Jul

La salida de la pandemia y la vuelta a la normalidad, previsiblemente, incrementará la renta y disparará el consumo. Las empresas vuelven a recuperar niveles de actividad normales, necesitan contratar a trabajadores y los ciudadanos recuperan su vida anterior con muchas ganas y más dinero ahorrado del habitual.

En condiciones normales, este aumento de la demanda, sumado a las ingentes cantidades de dinero inyectadas en la economía por los bancos centrales, debería provocar un aumento en el nivel general de precios; es decir, un crecimiento de la inflación.

La inflación implica una pérdida de poder adquisitivo de las familias. Lo que antes se podía comprar con un sueldo, ahora es más caro y por tanto más inaccesible; por tanto, es necesario protegerse para evitar este fenómeno.

La protección contra la inflación se puede llevar a cabo de forma sencilla:

  • Mantener la liquidez mínima necesaria para afrontar los pagos de las siguientes semanas o meses
  • Invertir el resto en activos reales: fondos de inversión, acciones o inmuebles.

El aumento de precios también provoca que las valoraciones de empresas se beneficien, así como los precios de las viviendas o los alquileres. Por tanto, invirtiendo parte de nuestro patrimonio en estos activos compensaremos los efectos negativos de la inflación.

“LA INVERSIÓN EN BUENOS ACTIVOS ES LA MEJOR COBERTURA CONTRA LA INFLACIÓN”

Manuel Sánchez.